Mi felicidad
Hoy es fin de semana, y mi esposo ha vuelto a casa con nosotros. Estoy muy contenta. Mientras preparaba la cena, escuché a mi hija gritar: “¡Ah, papá ha llegado!” y corrió hacia él. El niño, que todavía está aprendiendo a caminar, vio a su hermana correr y también intentó seguirla, pero no pudo alcanzarla. Al ver que su papá la cargaba, se echó a llorar y se mostró celoso, lo que hizo que su papá también lo levantara en brazos. Los tres sonrieron felices. Ver esta escena me llenó el corazón de una alegría inmensa. Mi esposo y yo llevamos más de seis años juntos.
Aunque nuestra vida todavía enfrenta muchas dificultades, en este momento tenemos una riqueza invaluable: dos hijos, uno niño y una niña, muy bonitos y adorables. Tenemos nuestra propia casa, aunque no es grande, es lo suficientemente acogedora. Al reflexionar, me doy cuenta de cuánto hemos luchado juntos. Él trabaja arduamente para ganarse la vida, para cuidar de mí y de los niños.
Él siempre pone lo mejor para su esposa e hijos. Siempre me anima, diciéndome: “Ahora que estamos casados, los niños son pequeños, y acabamos de construir la casa, así que todavía estamos pasando por dificultades. Sigamos esforzándonos un poco más, después la deuda se pagará, los niños crecerán, y entonces podremos disfrutar de una vida más tranquila”. Yo, en ocasiones, le pregunto: “¿Cuando las cosas se estabilicen, no te cansarás de mí? La gente dice que cuando las personas están pasando por dificultades, aún son felices, pero cuando las cosas mejoran, surgen los problemas, las infidelidades”.
Él me da una suave palmada en la frente y me dice: “Esto es para mi esposa”, con una sonrisa amable, y luego agrega: “Si yo me cansara de ti, los niños ni siquiera me reconocerían como su padre. Y eso es algo que no podría soportar”. Sé que él me ama y que quiere mucho a los niños, pero a veces solo le pregunto por curiosidad. Yo también trato de hacer todo lo posible para que él sienta paz y felicidad cada vez que regresa a casa