Gabriela, cansada de que Leonor y Enrique ignoren sistemáticamente sus decisiones y actúen sin consultarla, decide tomar cartas en el asunto para recuperar el control total de la fábrica. Durante una reunión crucial con todos los empleados, Gabriela se muestra firme y clara al exponer cómo las acciones de Leonor y Enrique han desafiado su autoridad, causando desorganización y conflictos internos.

Con voz decidida, anuncia una serie de nuevas medidas destinadas a restaurar el orden. Entre ellas, establece que cualquier decisión operativa debe pasar primero por su aprobación, dejando en claro que su palabra será la definitiva en todas las áreas de la fábrica. Además, implementa un sistema de comunicación más estructurado para evitar que haya decisiones tomadas a espaldas suyas.

Para subrayar su posición, Gabriela delega nuevas responsabilidades a empleados de confianza que han demostrado su lealtad y compromiso con la empresa. También advierte que cualquier intento futuro de saltarse su autoridad será tratado con consecuencias severas, incluidas posibles sanciones o despidos.

Su determinación y liderazgo no solo sorprenden a Leonor y Enrique, quienes quedan visiblemente incómodos, sino que también generan un ambiente de respeto y admiración entre los empleados, quienes ahora ven en Gabriela a una líder decidida y capaz de proteger el bienestar de la fábrica.