La vida de Eric del Castillo a más de 90 años no solo se trata de logros artísticos, sino también de recuerdos dolorosos. ¿Quieres saber qué ha formado al hombre que es hoy?

Eric del Castillo es un nombre legendario en el mundo del entretenimiento mexicano, conocido por su impactante carrera que abarca cine, teatro y televisión. A sus más de 90 años, este célebre actor no solo ha demostrado ser un talento destacado en cada papel que ha interpretado, sino también un ser humano resiliente y comprometido con el arte y su familia. Su vida es una historia fascinante de éxitos, obstáculos y momentos de superación personal que han forjado su estatus como una de las figuras más respetadas de la industria.
Nacido el 22 de julio de 1934 en el Hotel Juárez de Celaya, Guanajuato, Eric fue el hijo mayor de Aurora Galván Valenzuela, una maestra rural, y Eduardo del Castillo Negrete Rivera, un español que murió trágicamente en un incendio en la ferretería La Sirena en Ciudad de México cuando Eric aún era muy joven. Esta pérdida marcó profundamente a la familia, pero también encendió en Eric una determinación para salir adelante y honrar la memoria de su padre. Creció junto a sus hermanos, Federico, quien también se dedicó a la actuación, y Leopoldo. Los años de infancia fueron difíciles, no solo por la ausencia de su padre, sino también porque la familia enfrentó problemas económicos y un entorno familiar complicado.
Desde temprana edad, Eric demostró una naturaleza fuerte y rebelde, un carácter que no tardó en manifestarse. Cuando su madre se casó de nuevo, Eric y su hermano expresaron un profundo descontento hacia su padrastro, e incluso Eric llegó a escapar de casa en múltiples ocasiones. En una de sus escapadas más notorias, intentó llegar a los Estados Unidos para encontrar a un tío. Este acto impulsivo lo llevó a vivir durante un mes en la cárcel municipal, donde fue encarcelado con prisioneros adultos, enfrentando una dura experiencia que lo formó y fortaleció su carácter.

A pesar de sus años turbulentos, Eric recibió una educación rigurosa en el Colegio de los Hermanos Maristas, una institución de prestigio que solo era accesible a las élites en ese tiempo. Esta formación académica y religiosa lo ayudó a estructurar sus principios y a consolidar una ética de trabajo que lo ha acompañado a lo largo de toda su vida. A los 18 años, su madre, convencida de que el camino espiritual sería su destino, lo envió al seminario de los Misioneros de Guadalupe. Sin embargo, la vida de sacerdote no era lo que Eric imaginaba para sí mismo, y tras un año, abandonó el seminario.

Fue en este periodo de incertidumbre que Eric tuvo su primer acercamiento con el mundo del arte, y, por casualidad, se inscribió en el Instituto Cinematográfico Teatral y Radio Nacional de Actores (ICT y RNA), donde descubrió su pasión por la actuación. La academia, dirigida por el actor Andrés Soler, fue el lugar donde Eric comenzó a perfeccionar su técnica y a descubrir el profundo significado del arte dramático. Desde ese momento, su vida giraría en torno al escenario, el cine y la televisión.
La carrera de Eric del Castillo en el teatro comenzó con fuerza en la década de los 50, mientras aún estudiaba. Su primer gran papel llegó con la obra Gigoló, en el Teatro Gante, la cual se mantuvo en cartelera durante tres años y le permitió ganar experiencia y establecerse como un talento joven prometedor. En esos años, también participó en La última noche con Laura, que le dio su primer salario como actor, un logro que lo llenó de orgullo y que dedicó a su madre.

En el cine, su primera aparición fue en La marca del halcón, en 1959, lo que marcó el inicio de su ascenso en la industria del entretenimiento. Su carrera despegó rápidamente, y en 1960 obtuvo su primer papel protagónico en la película Las maravillas de los amigos. Gracias a su presencia escénica y a su personalidad intensa, fue asociado pronto con personajes de carácter fuerte y enérgico, lo cual lo convirtió en uno de los galanes más cotizados del cine y la televisión mexicana de la época.

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A medida que su popularidad aumentaba, Eric también comenzó a diversificar su carrera. En 1976, se aventuró a escribir guiones, como La víbora caliente y El extraño hijo del sheriff, ambas dirigidas por Fernando Durán Rojas. Esta experiencia le permitió explorar otras facetas de la industria, aunque también se encontró con retos únicos, como la falta de distribución efectiva, lo que dificultaba que sus proyectos llegaran a una mayor audiencia.

En televisión, Eric del Castillo también dejó una huella imborrable. Participó en telenovelas como Yo soy el dueño, Abismo de pasión y Mi marido tiene familia, entre muchas otras. Su habilidad para interpretar diversos tipos de personajes le permitió destacar en cada proyecto en el que participaba, ganándose la admiración y el respeto de sus colegas y del público.

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Sin embargo, la vida personal de Eric también estuvo marcada por amores, pérdidas y desengaños. Su primer matrimonio fue con la actriz Rosa, de origen dominicano, con quien tuvo a su primer hijo, Esteban. Aunque el matrimonio no duró, Eric encontró el amor nuevamente en Kate Trillo, con quien formó una sólida familia y tuvo dos hijas, Verónica, periodista y presentadora, y Kate del Castillo, quien siguió los pasos de su padre y se convirtió en una reconocida actriz internacional. La unión de Eric y Kate ha perdurado por más de cinco décadas, lo que representa una de las relaciones más estables y queridas en el mundo del espectáculo.

En 2012, a Eric le fue diagnosticado cáncer de próstata. Esta noticia fue un golpe duro, pero él lo enfrentó con valentía y optimismo. Tras un tratamiento riguroso, en 2013 anunció su recuperación. Sin embargo, a pesar de haber superado esta batalla, los rumores sobre su salud no han cesado. En años recientes, la prensa ha especulado sobre su estado mental, sugiriendo que podría estar sufriendo demencia senil. Su hija Verónica desmintió estas afirmaciones y aclaró que Eric sigue estando en buen estado de salud y continúa activo en sus actividades diarias.
A lo largo de su carrera, Eric también ha enfrentado desafíos dentro de la industria, uno de los más grandes siendo la llegada del actor argentino Guillermo Murray en los años 60. Con su porte y atractivo físico, Murray fue percibido por Eric y otros galanes de la época como una amenaza. No obstante, con el tiempo, Eric superó sus inseguridades y desarrolló una profunda admiración por la dedicación y el profesionalismo de Murray, lo que resultó en una relación de respeto mutuo.

En su faceta más reciente, Eric continúa demostrando su amor por el arte. En 2011, junto a su hija Kate, cofundó la Eagle Art Academy en San Antonio, Texas, una academia dedicada a la formación de jóvenes artistas, lo que muestra su compromiso con el desarrollo de nuevas generaciones en el arte. Además, sigue activo en la industria, participando en telenovelas y otros proyectos de televisión.

La vida de Eric del Castillo es una historia de perseverancia, amor y pasión por el arte. A sus 90 años, sigue siendo una inspiración para sus colegas y para el público que ha seguido su carrera durante décadas. Ha demostrado que el éxito no se mide solo en fama, sino en la dedicación y el compromiso con el propio oficio y la familia. Eric del Castillo no solo es un actor, sino un hombre cuya vida es un testimonio de que, incluso en medio de las adversidades, se puede seguir adelante y triunfar.

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