Mi suegra cuida a mi bebé pero siempre se queda dormida

Mi suegra cuida a mi bebé pero siempre se queda dormida; pensé en pedirle que se fuera hasta que encontré una nota en su bolsillo y me arrepentí

Después de casarnos, mi esposo y yo alquilamos una casa, así que no tuvimos que vivir con mi suegra. La casa de mis suegros está en el campo y las condiciones de vida son bastante anticuadas: usan agua de pozo y cocina de leña, lo cual me resulta incómodo. Mi suegra siempre decía:

“La gente del campo puede ser pobre, pero es honesta y muy cariñosa. Si vienes de visita, hija, debes saludar a todos los vecinos.”

Cada vez que visitábamos, me hacía saludar a todas las personas que encontrábamos, incluso a quienes no conocía o no veía en años. Esto me agotaba tanto que le dije a mi esposo:

“Si no es algo importante, no quiero ir a tu pueblo, me cansa mucho.”

No solo evitaba visitar a mis suegros en su pueblo, tampoco me gustaba que mi suegra viniera a nuestra casa. Cada vez que lo hacía, empezaba a sermonearme sobre cómo debía ser una buena esposa y madre. Si me veía despertando tarde sin haber preparado el desayuno para mi esposo, se molestaba. Aunque le explicaba que estábamos acostumbrados a desayunar fuera, ella respondía:

“Todavía son jóvenes y pobres, deben ahorrar. Desayunar fuera cuesta mucho, con ese dinero puedes comprar comida para toda la familia y además es más seguro.”

Cuando nació mi primer hijo, planeé que mi madre me ayudara durante el posparto, pero el día que ingresé al hospital, ella enfermó. No tuvimos otra opción que llamar a mi suegra, quien llegó esa misma noche.

Mi suegra fue muy atenta conmigo durante el posparto: cocinaba, limpiaba y por las noches iba y venía para ayudarme con el bebé. Sin embargo, noté que ella tenía la costumbre de quedarse dormida fácilmente. Ya fuera de día o de noche, en cuanto se sentaba con el bebé en brazos, empezaba a cabecear. A veces, el bebé mojaba el pañal o se regurgitaba y ella ni se daba cuenta. Esto me molestaba mucho, así que le dije:

“Si está cansada, madre, vaya a dormir; yo me encargo del bebé.”

Ella siempre respondía con una sonrisa:
“No estoy cansada, hija. Es la edad, ya sabes, los mayores solemos cabecear aunque no tengamos sueño.”

Aunque decía esto, yo no estaba contenta con cómo cuidaba a mi hijo y empecé a pensar en pedirle que regresara al pueblo y contratar a una niñera en su lugar. Pensaba que, a largo plazo, su forma de cuidar al bebé no era buena.

Un día, mientras ella fue al mercado, aproveché para limpiar la casa. Al mover sus cosas, encontré una bolsa con algunas pertenencias, y dentro había un cuaderno de citas médicas. Fue entonces cuando descubrí que mi suegra sufría de trastorno del sueño en personas mayores. Según las indicaciones, debía tomar medicamentos y evitar desvelarse.

Ahí fue cuando entendí todo. Desde que llegó a cuidarme, no había dormido bien ninguna noche; siempre estaba al pendiente del bebé y de mí, sacrificando su salud para ayudarme a descansar. Por eso estaba tan agotada y se quedaba dormida durante el día.

Me sentí profundamente avergonzada por haberla criticado y por no haberme dado cuenta de su esfuerzo. Desde ese día, cambié mi actitud hacia ella. Mi esposo y yo empezamos a cuidar más de su salud, ayudándola a llevar una vida más cómoda mientras seguía siendo parte de nuestra familia.

Related Posts

Our Privacy policy

https://entertaimentnews24.com - © 2025 News