El 10 de mayo de 2008, Culiacán vivió un Día de las Madres atípico: ninguna mujer recibió rosas rojas, pues Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán compró todas las flores disponibles para despedir a su hijo Édgar Guzmán López, quien fue asesinado días antes en un ataque armado que marcó un punto de inflexión en la historia del Cártel de Sinaloa.
Édgar Guzmán, hijo de El Chapo y Griselda Guadalupe López, murió el 8 de mayo de 2008 durante un enfrentamiento armado en el estacionamiento del Desarrollo Urbano Tres Ríos en Culiacán. El joven de 22 años fue acribillado junto a sus primos César Ariel Loera y Arturo Meza Cázares, en un ataque que dejó más de 500 casquillos esparcidos en la escena.
El asesinato ocurrió en un momento en el que el Cártel de Sinaloa enfrentaba una fractura interna. Según diversas versiones, los responsables fueron sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva, liderados por Arturo Beltrán Leyva, como represalia por la captura de Alfredo Beltrán Leyva, alias ‘El Mochomo’, en febrero de ese año. Sin embargo, otras teorías sugieren que el ataque fue un error de los propios integrantes del cártel sinaloense.
La muerte de Édgar no solo devastó a su familia, sino que dejó una huella indeleble en la sociedad sinaloense. Según crónicas locales, El Chapo compró 50 mil rosas rojas para rendir homenaje a su hijo, dejando sin flores a la ciudad en una de las fechas más significativas del calendario mexicano.
El hecho inspiró a Lupillo Rivera, quien dedicó un corrido titulado 50 Mil Rosas al joven Guzmán. La canción, incluida en el álbum Tu Esclavo y Amo, narra el dolor de la familia y el respeto que generó la figura de Édgar en su entorno.
En memoria de Édgar, se construyó un cenotafio cerca del lugar donde murió, el cual era decorado con flores durante fechas significativas. Sin embargo, el monumento fue blanco de un ataque explosivo el 23 de enero de 2025, reflejando la creciente disputa entre facciones del Cártel de Sinaloa tras la entrega de Ismael ‘El Mayo’ Zambada a las autoridades estadounidenses.
A pesar de su corta vida, Édgar Guzmán López dejó un legado significativo en las operaciones del Cártel de Sinaloa. Según documentos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE), Édgar era clave en la construcción de relaciones internacionales para el tráfico de narcóticos.
Tras su muerte, sus hermanos Ovidio y Joaquín Guzmán López heredaron estas conexiones, consolidándose como líderes de la facción conocida como Los Chapitos. Según las autoridades, los hermanos supervisan laboratorios de metanfetaminas en Sinaloa y son responsables de coordinar el tráfico de drogas a gran escala hacia Estados Unidos y Canadá.
Nacer bajo la sombra de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán ha puesto a los hijos del capo en el centro de la atención pública y de las luchas internas del narcotráfico. El asesinato de Édgar Guzmán López no solo marcó un antes y un después para su familia, sino que también transformó el panorama del narcotráfico en México, dejando un legado de tragedia y violencia en el Cártel de Sinaloa.