Durante meses, Marco Antonio se recluyó en su casa. Dejó de trabajar y no quería ver a nadie. Estaba en una terrible depresión. Se sentía responsable y culpable por lo que había sucedido con su amiga, que solo tenía 23 años.

Todos conocemos a Blanca Estela Pavón. Quizás la mayoría de nosotros la reconocemos por las películas que hizo junto a Pedro Infante; seguimos considerándola como la actriz que, junto a él, formó la pareja perfecta en el cine mexicano. Sin embargo, muy pocos conocen el triste final de su historia, así como su relación con “Viruta” y los acontecimientos que sellaron su destino.

Justo después de que Blanca Estela Pavón viera a Pedro Infante por última vez a finales de septiembre de 1949, la actriz se dedicó a cumplir otros compromisos laborales. No solo era una gran actriz, sino que en la vida real también era una talentosa cantante. La hemos escuchado cantar en varias grabaciones. Lo hacía de forma profesional; no era un pasatiempo para ella.

Viruta" del Cine de Oro nunca superó la culpa por la muerte de esta querida  actriz, era amiga de Pedro Infante | El Heraldo de México

Gracias a su inclinación musical, la actriz mantuvo una gran amistad y relación profesional con Marco Antonio Campos, quien más tarde sería conocido como “Viruta”. Marco Antonio Campos era un gran músico, y quienes lo conocieron lo describieron como un hombre muy divertido, talentoso y humorístico, mientras que Capulina era más serio y reservado.

Desde principios de los años 40, Marco Antonio formó un grupo musical llamado “Los Romanceros”, donde Blanca Estela Pavón ocasionalmente actuaba como cantante. Esta relación continuó en los últimos días de la vida de la actriz. Blanca Estela, Los Romanceros y Marco Antonio viajaron a Oaxaca para participar en un famoso festival de la región.

Después de cumplir con su compromiso, disfrutaron explorando la región antes de que Marco Antonio y otro miembro del grupo tomaran el primer vuelo de regreso a la Ciudad de México, acompañados por Blanca Estela y su padre, quien la acompañaba en todo momento. Sin embargo, una llamada telefónica cambiaría todo para la actriz.

En la Ciudad de México, le solicitaron a Blanca Estela que apareciera lo antes posible debido a otro compromiso laboral que no podía ignorar. El problema era que no había vuelos disponibles, y viajar por tierra de Oaxaca a la Ciudad de México en ese momento no era una opción cómoda ni rápida. No llegaría a tiempo.

A pesar de todo, y con la esperanza de un milagro, Blanca Estela llegó al aeropuerto con su padre, acompañada por Marco Antonio y su compañero, quienes estaban a punto de abordar el vuelo acordado hacia la capital. La actriz se acercó a una pareja anciana para pedirles que le vendieran sus boletos, dispuesta a pagar cualquier cantidad. Nadie en ese vuelo aceptó venderle sus boletos, lo que aumentó la ansiedad de la actriz.

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Marco Antonio, al ver la preocupación de su gran amiga, decidió justo antes de abordar el vuelo darle su boleto, así como el de su compañero, para que su padre pudiera tomarlo ese lunes 26 de septiembre de 1949. Blanca Estela le agradeció el gesto a su amigo, porque finalmente podría llegar a la capital pronto y cumplir con su compromiso urgente. El destino estaba sellado.

El avión pertenecía a una compañía llamada “Compañía Mexicana de Aviación.” Si recordamos el accidente aéreo de Pedro Infante, se debió presumiblemente a una falla mecánica de la aeronave. En el caso de Blanca Estela, este avión era prácticamente nuevo, tenía solo seis años. ¿Qué causó el accidente?

Alrededor de la 1 PM, el avión despegó de Oaxaca con 22 pasajeros y tres miembros de la tripulación a bordo. Blanca Estela estaba feliz porque la duración del vuelo sería solo de una hora. Sin embargo, las condiciones climáticas comenzaron a ser un problema para el capitán de la pequeña aeronave. La excesiva nubosidad hacía imposible que el capitán viera. En ese momento, no había ni los instrumentos ni la tecnología para superar condiciones climáticas tan adversas como las de hoy. Los pilotos dependían casi por completo de sus propios ojos e instintos.

El avión encontró una fuerte turbulencia, lo que puso a los pasajeros en estado de nerviosismo. Los pilotos intentaron desesperadamente descender en busca de mejor clima, ya que prácticamente estaban volando a ciegas. El capitán logró comunicarse con una torre de control cercana, informando sobre la situación en detalle. Desafortunadamente, mientras volaban a ciegas, los pilotos no se dieron cuenta de que se dirigían en línea recta y a toda velocidad hacia la cima del volcán Popocatépetl. La torre de control perdió contacto con la aeronave.

Debido a la dificultad para acceder al área del accidente, conocida como “Pico del Fraile”, las labores de rescate fueron casi imposibles. La noticia de que la actriz estaba a bordo del avión llegó a oídos de Pedro Infante, quien había estado con ella diez días antes. Pedro viajó lo más rápido posible para participar en los esfuerzos de rescate.

Aunque Pedro se sintió extremadamente consternado por perder a su amiga, quien llevó la peor carga emocional fue Marco Antonio Campos. Él había decidido darle voluntariamente sus boletos a su amiga y a su padre.

Durante meses, Marco Antonio, ese hombre feliz, talentoso y carismático, se recluyó en su casa. Dejó de trabajar durante meses y no quería ver a nadie. Estaba en una terrible depresión, sintiéndose responsable y culpable por lo que le había sucedido a su amiga de 23 años, quien apenas estaba comenzando a alcanzar el éxito que merecía. Pero todo se interrumpió.

El grupo musical que él lideraba se desintegró debido a su ausencia y la falta de la actriz como cantante. Pasó tiempo antes de que el actor se recuperara de este golpe emocional. Sin embargo, quizás como consuelo, la vida le tenía reservado un éxito mucho mayor en el mundo de la comedia junto a Gaspar Henaine. Pero esa es otra historia en la historia del cine mexicano.