Nacida en una vida de pobreza en Timmins, Ontario, Shania Twain enfrentó enormes dificultades mientras su familia luchaba financieramente. Con su padrastro trabajando en un empleo mal pagado y su madre lidiando con la depresión, la esperanza de un futuro mejor parecía lejana. Siendo una de cinco hermanos, Shania aprendió desde joven las duras realidades de la vida, encontrando consuelo en su canto.

Comenzando a presentarse en bares a una edad temprana, Shania logró escapar brevemente de sus difíciles circunstancias. Sin embargo, pronto se convirtió en la cuidadora principal de sus hermanos menores, lo que profundizó su comprensión de las luchas de vivir en condiciones de bajos ingresos, a menudo pasando sin necesidades básicas como comida y calefacción.

Asistir a la escuela sin almuerzo resaltaba el marcado contraste entre su vida y la de sus compañeros. Para evitar la vergüenza, solía decir que su almuerzo estaba en su casillero. La música se convirtió en su refugio, y a menudo se retiraba al bosque con su guitarra para encontrar consuelo en sus melodías.

Reconociendo su talento, la madre de Shania comenzó a llevarla a bares locales para que actuara cuando tenía ocho años, generalmente tarde en la noche, cuando los clientes ya estaban bebiendo. A los once años, obtuvo un permiso especial para cantar más temprano, y a los catorce comenzó a ganar dinero, coincidiendo con un trabajo en McDonald’s, que ella llamaba su “gracia salvadora” por proporcionarle ingresos y comidas regulares. Manejar la escuela, el trabajo y las actuaciones era agotador, pero su pasión por la música la mantenía en marcha. A medida que sus hermanos ganaban independencia, Shania se centró en su carrera musical, grabando un demo y buscando contratos discográficos. Su perseverancia dio frutos cuando Mercury Nashville la firmó, lanzando su álbum debut y ampliando su alcance.

Poco después, conoció a un renombrado productor musical que se convirtió tanto en su colaborador como en su esposo. Su asociación moldeó significativamente su sonido y catapultó su carrera a nuevas alturas, permitiendo que su música resonara con un público más amplio.

A pesar de su creciente éxito, Shania enfrentó un gran desafío cuando comenzó a perder la voz, siendo diagnosticada con enfermedad de Lyme una década después, la cual había afectado sus cuerdas vocales. Tras un largo descanso y una cirugía, volvió a la música con una nueva voz ronca, agradecida de tenerla de vuelta a pesar de los cambios.