Cultura Familiar

Cuando hablamos de “cultura”, lo que quiero referirme es al espíritu de una familia: un lugar donde hay preocupación, compartir y comprensión entre sus miembros, un lugar con un ambiente amigable. Sí, esa es la característica de cada familia: la profundidad, la cercanía, la madurez en los vínculos que unen a sus miembros. También es el sentimiento que nace de los principios de comportamiento que definen las relaciones familiares. Y esto, al igual que la parte visible de un iceberg, es solo una parte de la creencia común y los valores ocultos que no se ven, es decir, la parte sumergida del iceberg.

Cuando hablamos de “una buena cultura familiar”, noto que cada persona tiene una comprensión diferente de lo que significa “buena”. Para mí, esta frase implica una cultura que fomenta los sentimientos familiares, en la cual los miembros, cuando están juntos, se sienten muy cercanos y unidos, tienen creencias y estándares morales comunes, y se tratan de la mejor manera posible según los principios de la vida. En una cultura familiar, el “yo” personal se convierte en “nosotros”.

La familia es lo que compartimos y vivimos juntos. Debo reconocer que la transición de “yo” a “nosotros”, de lo individual a lo colectivo, es uno de los aspectos más difíciles y desafiantes de la vida familiar. Sin embargo, como la imagen del “camino menos transitado” mencionada en el poema de Robert Frost, ese es el camino que crea el cambio. Aunque la cultura estadounidense pone énfasis en la libertad individual, la eficacia y el control, no hay camino que brinde tanta alegría y satisfacción como una vida familiar próspera e independiente.

Cuando te alegras por la felicidad de otra persona, es el momento en el que has pasado del “yo” al “nosotros”. En ese momento también cambiarás la forma de resolver problemas y de aprovechar las oportunidades. Pero este cambio solo ocurre cuando la familia es realmente la prioridad principal.

Una buena cultura familiar es la cultura del “nosotros”. Es el tipo de cultura que nos ayuda a vivir en armonía, a orientarnos hacia un objetivo común, a contribuir juntos y a crear diversidad en la sociedad y entre las familias. Esa cultura te ayudará a resistir las fuerzas que puedan desviarte del camino, incluyendo las condiciones externas que afectan el avión (como el entorno cultural, las dificultades económicas, o los imprevistos que no puedes prever), así como las dificultades dentro de la cabina (como desacuerdos, falta de comunicación, críticas, quejas, comparaciones y competencia).